Paso a paso
1. Preparar el calabacín
Lava y seca el calabacín. Rállalo (con piel) sobre un bol grande.
Añade la cucharadita de sal, mezcla y deja reposar 10 minutos. Así el calabacín soltará agua.
2. Escurrir el exceso de agua
Tras el reposo, aprieta el calabacín rallado con las manos o con un paño limpio para eliminar el líquido sobrante. Esto garantiza buñuelos crujientes.
3. Mezclar los ingredientes secos
En un bol, combina los copos de avena y el queso rallado.
Añade una pizca de pimienta negra y, si te gusta, un poco de cebolleta picada para un toque fresco.
4. Incorporar los huevos
Bate ligeramente los huevos y mézclalos con el calabacín escurrido.
Vierte esta mezcla en el bol de avena y queso. Remueve bien hasta obtener una masa homogénea.
5. Formar los buñuelos
Con las manos húmedas, coge porciones de masa (del tamaño de una nuez o albóndiga pequeña) y dales forma redonda.
6. Freír
Calienta una capa de aceite de oliva suave en una sartén a fuego medio-alto.
Fríe los buñuelos por tandas, girándolos para que se doren por todos lados (unos 2 minutos por lado).
Escúrrelos sobre papel de cocina.
7. Servir
Disfruta los buñuelos calientes, solos o con tu salsa ligera favorita (yogur con hierbas, alioli suave…).
¡Listo! Estos buñuelos de calabacín son crujientes por fuera, tiernos por dentro y perfectos como aperitivo o acompañamiento.
