Preparación paso a paso
1. Infusionar la leche:
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En una cacerola, calienta la leche (reserva un poco para disolver la maicena) con la piel de limón y la rama de canela. Cuando empiece a hervir, retira del fuego y deja reposar 5-10 minutos.
2. Preparar la crema:
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Cuela la leche infusionada para quitar el limón y la canela.
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Disuelve la maicena en la leche que reservaste, añade el azúcar y la yema (si usas), y mezcla todo con la leche caliente.
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Vuelve a calentar a fuego medio, removiendo constantemente con una cuchara de madera o batidor de mano, hasta que espese como unas natillas muy densas.
3. Enfriar:
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Vierte la mezcla en una fuente rectangular o cuadrada previamente engrasada o forrada con papel film.
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Alisa la superficie y cubre con film tocando la crema (para que no se forme costra).
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Deja enfriar completamente y luego lleva al frigorífico al menos 4 horas (mejor de un día para otro).
4. Cortar, empanar y freír:
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Una vez fría, corta en cuadrados o rectángulos.
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Pasa cada pieza por harina y luego por huevo batido.
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Fríe en aceite caliente hasta que estén doradas por ambos lados.
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Escurre sobre papel absorbente.
5. Rebozar en azúcar y canela:
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Mezcla azúcar con canela en polvo y reboza cada pieza caliente para que se impregne bien.
Consejos extra:
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Si quieres una versión más ligera, puedes hacerla al horno o en freidora de aire, pero la textura no será tan crujiente.
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Puedes aromatizar la leche también con vainilla o cáscara de naranja.
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La leche frita se puede servir caliente, tibia o fría… ¡cada forma tiene su encanto!
Conclusión
La leche frita es uno de esos postres que demuestran que no se necesita mucho para lograr algo delicioso. Su exterior crujiente y su interior suave y cremoso hacen que cada bocado sea una delicia. Ideal para compartir, sorprender o simplemente disfrutar de un dulce casero con sabor a tradición.